lunes, 20 de agosto de 2007

Ser-en-el-mundo y organismo: ¿Enemigos irreconciliables o conceptos afines?

La concepción de persona y el objeto de estudio en la psicología contemporánea han estado en estrecha relación, muchas veces desencadenando revoluciones paradigmáticas que han llevado a la creación de nuevas escuelas dentro de la misma disciplina. A pesar de esto es importante considerar las concepciones y creencias básicas de cada escuela y compararlas entre si. Es opinión del autor que, dejando de lado las preferencias paradigmáticas del caso, quizás la brecha entre la concepción de organismo y de ser humano fenomenológico-existencial no es tan distante como se piensa.

Ronald Laing, por otra parte, piensa distinto. En su texto “El Yo Dividido” habla desde sus estudios clínicos de la psicosis para argumentar que la visión de organismo de algunas escuelas psicológicas aíslan del mundo, es decir, que no tratan al ser humano como un ser en relación con otros, sino como una cosa distinta, separada de los demás (Laing, 1960). El dualismo mente-cuerpo, psique-soma, psicológico-físico, apunta a la despersonalización entendida como el resultado de dividir al hombre en cosas que no es, siendo su verdadera existencia el ser-en-el-mundo (Laing, 1960), “a esta dificultad se enfrenta no solamente la metapsicología freudiana, sino también cualquier psicología que comienza con el hombre y una parte del hombre abstraídos de su relación con otros en el mundo” (Laing, 1960. p. 15). Siguiendo esta misma línea de pensamiento, el autor propone dos gestalts para el hombre, la persona y el organismo, siendo la primera la correcta integración de su ser-en-el-mundo y la segunda correspondiendo a “un sistema físico o químico complejo, con sus propias idiosincrasias quizá, pero no por ello menos químico” (Laing, 1960. p. 17), y concluye que “la relación de uno con un organismo es distinta de la relación con una persona” (Laing, 1960. p. 17).

Desde esta perspectiva Laing propone que la concepción despersonalizante del ser humano visto como un organismo, reifica al hombre e impide un buen tratamiento de los psicóticos, que de por si viven en un proceso despersonalizante, escindidos de sus relaciones con el mundo, es decir con una mala integración de su ser-en-el-mundo (Laing, 1960). A su vez propone una manera de tratar al psicótico a través de la comprensión, o del amor como menciona, esfuerzo valioso en sí mismo (Laing, 1960). Por último señala que “debemos reconocer, incesantemente, su carácter distintivo, su diferencia, su separación, su soledad y su desesperación” (Laing, 1960. p. 34) ya que la comprensión entendida como la experiencia de sí mismo que tiene el psicótico seguirá siendo incomprensible para nosotros, terapeutas (Laing, 1960).

Más adelante Laing habla acerca de la inseguridad ontológica, que refiere al terror y al miedo que mantienen los psicóticos a la relación y a la aceptación de su ser-en-el-mundo. Básicamente hay tres miedos con respecto a esto: miedo a ser tragado, a la implosión y a la petrificación y despersonalización. Estos terrores tienen que ver con el miedo a dejar de ser persona a través del trato con el mundo que tiene el hombre, en la relación que existe entre personas considerando sus propios ser-en-el-mundo (Laing, 1960).

El autor termina presentando dos casos que apoyarían su teoría, y a pesar de que se podrían interpretar a su vez desde el psicoanálisis, Laing descalifica esta posición aludiendo a la aparente circularidad que parecen tener las explicaciones desde el inconsciente.

Si consideramos los supuestos que sostiene “El Yo Dividido”, la distinción entre organismo y persona como ser-en-el-mundo, resaltará frente a los otros supuestos, ya que es la base de la despersonalización que tanto critica el autor y que estaría tan arraigada en la psicología contemporánea. En lo personal creo que la concepción de organismo no excluye, de ninguna manera, la concepción de persona que sostiene la filosofía fenomenológica-existencial e incluso, desde un punto de vista conductista, integra la relación que tiene el organismo con el mundo, entendido como ambiente para la psicología conductual (Bélanger, 1978). De hecho el conductismo tampoco aplica el dualismo cartesiano a su paradigma, ya que el organismo es uno sólo a pesar de que disponga de procesos biológicos internos (conducta molecular) y de procesos interaccionales externos (conducta molar), siendo estos últimos, a mi parecer, sumamente parecidos a lo que se refiere la fenomenología-existencial con la capacidad de ser-en-el-mundo del hombre (Bélanger, 1978). No existe la distinción de mente-cuerpo, psique-soma, psicológica-física de la que habla Laing, sino que mas bien la psicología conductual se ocupa de la conducta, entendida como un cambio o estado fisiológico y una relación entre este estado o cambio y el entorno exterior del organismo (Bélanger, 1978).

Desde mi visión, el organismo es un todo, y para poder explicar[1] la conducta de este organismo debemos considerarlo como un todo integrado, biología e interacción, y de ninguna manera como un ente escindido del mundo o del ambiente en que se mueve. Quizás la inapropiada interpretación que, a mi parecer, sufre el término de organismo, y por consecuencia el conductismo en general, es que se le considera excluyente y divisivo. Nada más lejos de lo que organismo significa. Bélanger (1978) sostiene que:

El hombre es un animal que vive en un entorno. Reacciona frente a este entorno y actúa sobre él a través de sus conductas. De hecho, el hombre es parte de su entorno: El de los otros, en el caso del entorno social; y el suyo propio, puesto que el hombre es parte integrante de la naturaleza. Sólo se puede comprender al hombre situándolo en su entorno y viéndolo actuar en este entorno. (p. 8)

Como podemos ver, el concepto de organismo apunta a la consideración tanto de lo interno, aún cuando en el caso del conductismo sea biológico, y lo externo, lo interaccional.

Creo que también es de importante consideración aclarar que si bien estas dos concepciones del hombre, organismo y ser-en-el-mundo, a pesar de que tienen muchos puntos que las hacen parecidas son, de hecho, diferentes. Estas diferencias son producto de sus “objetos de estudio”[2], y es en este punto en donde quizás la mala interpretación surge. Laing (1960) nos dice que “la fenomenología existencial trata de caracterizar la naturaleza de la experiencia que una persona tiene de su mundo y de sí misma” (p. 13), mientras que el objeto de estudio de la psicología conductista es “la conducta, animal y humana” (Bélanger, 1978. p. 4) y por lo tanto, siguiendo con las ideas de Bélanger, la conducta debe ser explicada en términos de conducta[3], estímulo o situación y organismo. En ninguna parte del último enunciado hay un “sí mismo” explícito y hasta pareciera que lo único de humano - organismo - se toma como una simple variable en la generación de la conducta. Pero esta interpretación es errónea hasta cierto punto. La idea de organismo para Bélanger (1978) supone una:

Noción de individuo e implica tanto la idea de diferencias inter-individuales (el hecho de que diferentes organismos emitirán, por ejemplo, diferentes respuestas frente a un mismo estímulo) como la noción de jerarquía individual (el hecho de que un individuo presente un conjunto de conductas, una jerarquía organizada de conductas que pueden caracterizarle) (p. 14).

Entonces la idiosincrasia de cada organismo es de suma importancia para el análisis conductual, y no como postula Laing al pensar que cada organismo, a pesar de tener sus propias idiosincrasias, solamente termina siendo un conjunto de sistemas físicos o químicos complejos (Laing, 1960). Incluso hace una referencia a la psicosis mencionando que con razón se llama loco a los que se consideran a si mismos como animales y se pregunta cómo es posible que no se considere loca una teoría que postula lo mismo (Laing, 1960). Me parece que más allá de la filosofía y cualquier pensamiento o respuesta que se pueda dar en los predios de la razón hay un supuesto básico y es que el hombre es un animal, a pesar de que esté dotado de espíritu, razón o un destino superior. Básicamente compartimos todas las características de los demás animales, independiente de la experiencia que tengamos de nosotros mismos o de los demás. Del mismo modo que la gallina sigue siendo ave aún cuando no vuele, el humano sigue siendo animal aun cuando razone.

A su vez, se hace necesario dejar de lado la concepción de animal que apunta a algo inferior, como algo poco digno de respeto o de consideración. Para poder entender a cabalidad y no malinterpretar la noción de organismo se necesita aclarar que cada animal tiene formas propias de adaptarse al ambiente y evitar perecer. Como los leones tienen garras y dientes los seres humanos tenemos una excepcional capacidad de aprendizaje, lo cual ha decantado en infancias largas y por lo tanto en un período exageradamente largo en el cual los padres deben cuidar al hijo. No me parece que alguna respuesta adaptativa sea “superior” a otra, ya que todas tienen el valor de la perpetuación de la especie en sí mismas.

Pareciera ser entonces que, si bien los “objetos de estudio” de las enfoques a los cuales adscriben los términos de organismo y ser-en-el-mundo son diametralmente distintos, estos conceptos guardan una relación implícita y en absoluto excluyente. También da la impresión de que muchas críticas y razones por las cuales el término “organismo” podría referirse a una variable pasiva, son fundadas en malas interpretaciones, ya sea por ignorancia o por falta de interés por comprender, irónicamente, a la teoría “rival”.

Referencias Bibliográficas.

- Bélanger, J. (1978). Imágenes y realidades del conductismo. Extraído el 1 de Junio de 2007 desde http://www.conducta.org/bibliografia/IyR_conductismo.htm.

- Laing, R. (1960). El Yo dividido (8ª ed). México: Fondo de Cultura Económica.



[1] Aún cuando “explicar” es parte de la tesis de la psicología conductista no es parte de los objetivos del conductismo, que refieren más bien describir, predecir y manipular (to control) la conducta. Usaré el término “explicar” para englobar estos conceptos (Bélanger, 1978).

[2] Pongo “objetos de estudio” entre comillas ya que en el pensamiento fenomenológico-existencial no hay tal, la persona nunca es “objeto”. A pesar de las trampas del lenguaje decidí dejarlo de esa manera, aunque hay aclarar que quizás exista un apelativo mejor para definir esto.

[3] “A primera vista el hecho de explicar la conducta por la conducta puede parecer circular, pero hay que entender que la explicación de una conducta X puede invocar una conducta Y anterior o ulterior, una historia de conductas, una jerarquía de conductas, una estructura de conductas, etc.” (Bélanger, 1978. p. 62)